viernes, 24 de abril de 2020

Tips para manejar la frustración de los hijos en tiempos de confinamiento




La frustración es una emoción, no es buena ni mala y dependiendo de cómo la gestionemos y manejemos las consecuencias o emociones que desencadena son más o menos agradables o positivas.

La frustración se da ante un deseo que no se cumple, un objetivo que no se alcanza, etc. En niños suele ser normal que se frustren cuando quieren algo y no lo consiguen (un juguete, una chuchería, que se les preste atención en un momento determinado…), cuando tienen que esperar una recompensa (recordemos que los niños cuando son pequeños sobre todo, quieren las cosas y las quieren ya).

A manejar la frustración se aprende, y en este aprendizaje los padres y demás adultos que rodean al niño cumplen un papel muy importante, pero también juega un papel importante el carácter y temperamento del niño.

Manejar o tolerar la frustración es saber manejar y aceptar esas emociones que se desencadenan cuando nuestros deseos no se cumplen, aceptar las limitaciones y problemas con los que nos encontramos en nuestro día a día.

No todos los niños que lloran o se enfadan cuando no consiguen algo que quieren o desean tienen baja tolerancia a la frustración. De hecho, es normal que los niños se frustren y lo manifiesten (generalmente enfadándose) pero es la intensidad de sus reacciones lo que hace que digamos que un niño tiene baja tolerancia a la frustración.

¿Cómo podemos manejar la situación los padres que estamos desesperados?

1. Tratar de no ceder siempre ante los deseos y rabietas del niños
Hasta cierto punto es normal que se enfade cuando quiere algo y no lo consigue, pero si cedemos y le damos lo que pide, no aprende a manejar esa emoción que le desagrada, sino que aprende que llorando o enfadándose consigue las cosas.

2. Evitar dar todo hecho a los niños y dejar que se equivoquen
Educarles en el valor del esfuerzo para conseguir las cosas. Si no se enfrentan a la situación de que algo no les salga como quieren, no van a desarrollar la capacidad de esforzarse y aprender del error para conseguirlo en un futuro, no van a desarrollar las habilidades necesarias para enfrentarse y manejar esas emociones.

3. Educar con el ejemplo
Esto es el consejo básico que siempre damos a los padres. Si yo me enfado cada vez que algo no me sale como quiero, mi hijo aprende que es la reacción más normal y natural.

4. Enseñar a los niños a esperar
Esto significa no atender inmediatamente sus demandas, sino enseñarles a esperar. Para los niños todo lo que les atañe es importantísimo y urgentísimo, pero tienen que aprender a esperar, a soportar la demora de refuerzo o de la atención.

5. Ayudar a los niños a entender y aceptar las situaciones y las emociones que están sintiendo
Ayudar a que verbalicen cómo se sienten. Es normal que se sientan mal y se enfaden, pero hay que enseñarles a no quedarse anclados a esa emoción, sino a pararse y pensar: 'Bien, estoy enojado porque esto no me ha salido, ¿qué puedo hacer entonces?'.

6. A veces la mejor manera de que una conducta desaparezca es 'ignorarla'
Esto es, si queremos que una conduzca se extinga, no debemos prestarla demasiada atención. Si un niño explota cuando se frustra, llora y patalea, tal vez no sea el mejor momento de hacerle caso e intentar dialogar con él. Será mejor esperar y hacerle ver que con esa conducta no consigue ni arregla nada.


Licda. Ana E. María B.
Psicóloga Clínica y Forense
Especialista en Orientación Familiar, Crianza saludable y Bienestar Emocional
Fuente: Guiainfantil.com

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